La travesía del pintor: una mirada a la obra de José Francisco Navarro, S.J.


Paisajes. Al entrar en la sala uno se encuentra rodeado de paisajes, paisajes pintados, de tamaños distintos, de lugares distintos, con colores distintos. Paisajes. Paisajes de este mundo y que parecen de algún otro. Paisajes que han sido descritos en algún libro o que parecen seguir los trazos de alguna foto. Paisajes. Paisajes reales o inventados. Paisajes que conocemos y que nunca hemos visto. Paisajes. Solo paisajes. Y sin embargo ellos nos hablan también de la gente, de personas, de esas personas que están ausentes de los cuadros (salvo una excepción), pero que están detrás de ellos o delante de ellos admirándolos. Paisajes. Paisajes de colores vivos, casi tan vivos que ejercen violencia al mirarlos. Y otros de colores suaves, tenues, que más bien te arrullan. Paisajes. Sí, son paisajes que hablan de una tierra, o de muchas, de un hombre, o de muchos. Y quizás también nos hablan de Dios, de uno solo o de muchos.

José Francisco Navarro es pintor. Y es jesuita. Es jesuita y es pintor. Y es profesor también. Y es doctor, sí, doctor en literatura. Y es pintor y es jesuita y es profesor y es doctor. No es la primera vez que sus cuadros se exponen, pero es la primera vez en el Perú que él es el único pintor de la muestra. Y su muestra se llama “Viaje por las tierras de Arguedas, Rulfo y Guimarães Rosa”. Y en la muestra no solo hay paisajes, también hay textos, la literatura que habla, que habla a través de los colores, de las pinturas, de los paisajes. Porque son paisajes y es literatura. “Esta exposición concluye una etapa importante en mi vida y me abre a nuevas dimensiones, pintar estos cuadros me abre a nuevas ideas, a nuevos proyectos”, dice el autor mientras vuelve a mirar esos cuadros que pintó, que fueron tan suyos y que ahora son tan nuestros.

“Pintar estos cuadros ha significado dejar de lado muchas cosas, todo lo aprendido. Fue simplemente comenzar a pintar, sin saber bien qué iba a salir de todo eso. Y aquí está el resultado. Un compañero jesuita me decía que estas pinturas le hablaban de mi propio camino, de mi travesía personal, espiritual. Y es cierto”. Navarro, como firma sus cuadros, ha hecho un recorrido por las obras de estos autores latinoamericanos. Y ha hecho un recorrido por las tierras de estos autores: el Perú profundo de Arguedas, el páramo de Rulfo y el sertón de Guimarães Rosa. Y ha hecho un recorrido personal, espiritual, que lo ha llevado a esta muestra en la galería “Pancho Fierro” en el corazón de Lima.



Paisajes. La tierra en tensión. Y el cielo enfurecido. Y el sol ardiente. El campo verde. El monte imponente. El río de la muerte. Y las casas al borde del abismo. Y un hombrecito tratando de mantener el equilibrio, diminuto frente a la inmensidad del paisaje. Paisajes de vida, paisajes de muerte. Paisajes que se abren a lo que viene, paisajes que muestran caminos, caminos abiertos, caminos sin terminar, caminos por recorrer. Solo queda el hombre. Travesía. José Francisco Navarro ha hecho su propia travesía, personal, única. Y eso muestra en esta exposición, que se convierte así en una invitación a hacer su propia travesía, a dejarse cautivar por estos paisajes, estos paisajes que quizás no conocemos, pero que nos invitan a pintar nuestros propios paisajes, a darles nuestros propios colores, a ponernos en marcha. A viajar no solo por las tierras de Arguedas, Rulfo y Guimarães Rosa, sino a iniciar la travesía por nuestras propias tierras.

Víctor Hugo Miranda, S.J.
Hace una licenciatura en Teología, en Boston College.

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