La más noble de las profesiones o el más vil de los oficios


Si en lugar de los candidatos presidenciales y sus planes de gobierno, son los mismos medios de comunicación y el rol que cumplen los periodistas en la actual coyuntura política, quienes se roban los titulares, estamos frente a un problema muy grave. El periodismo no debe ser solo el garante de la libertad de expresión -que defiende con uñas y dientes cuando ésta se ve amenazada- sino que también debe ser el garante del derecho que tienen todos los ciudadanos de ser informados de la manera más objetiva posible. Pero cuando esto no ocurre la confianza se pierde y es muy difícil volver a recuperarla. La mayoría de medios de comunicación ha confundido lo que significa tener una línea editorial definida y el deber que tienen de informar con objetividad a su público. Cada vez que abrimos las páginas de un diario o cuando sintonizamos un noticiero o un programa político, estamos siendo testigos de cómo la frase acuñada por Luis Miró Quesada de la Guerra “El periodismo puede ser la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios” se convierte en realidad.


Hace un mes dos destacados periodistas perdieron sus puestos de trabajo. Patricia Montero, productora general, y José Jara, productor del noticiero “De 6 a 9”, fueron despedidos de Canal N. Ambos señalaron que el despido se debió a que no siguieron a pie juntillas los pedidos de los directivos del canal de cable de favorecer la imagen de la candidata Keiko Fujimori. “Nos acusaron de humanizar a Humala”, señaló Montero al diario El Mundo de España. Hace unos días el candidato Ollanta Humala juramentó en un acto simbólico frente a un grupo de personalidades e intelectuales, respetar la democracia en el caso de ganar las elecciones. Canal N interrumpió la transmisión antes de la juramentación para presentar un informe sobre “las reinas del pop”. De pronto un acontecimiento de interés nacional era interrumpido por un reportaje que podía haber salido al aire en otro momento. Ese mismo día la reconocida periodista Josefina Townsend aprovechó su propio programa para expresar su voz de protesta: “Esto no ayuda a disipar las dudas de que el canal apoya a un candidato”.

Dos ejemplos que podrían pasar desapercibidos porque se trata de un canal de cable y no de señal abierta, por lo que mucha gente en el Perú no se enteró de lo ocurrido. Se podría decir también que se trata del caso de un solo grupo periodístico, pero no por ello estamos hablando de un caso aislado. Si dirigimos nuestra mirada a los canales de señal abierta nos vamos a encontrar con Nicolás Lucar, tristemente célebre por la entrevista a Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos en la que ambos aparecen vestidos como si fueran gemelos, y también recordado por la emboscada que le quiso tender a Valentín Paniagua en plena entrevista en vivo. Lucar estaba vinculado familiarmente además con los Crousillat, a quienes todos vimos desfilar por las oficinas de Montesinos. Pues ese mismo Lucar está de nuevo en nuestras pantallas como si nada hubiera pasado. Otra periodista duramente cuestionada por su falta de crítica durante el fujimorato engalana una vez más con sus extravagantes peinados la pantalla chica nacional. Es como si de pronto hubiéramos retrocedido en el tiempo y estuviéramos otra vez en los años 90, en los que se identificaba como “geishas” al grupo de periodistas que formaban parte del entorno del entonces presidente Fujimori.

Esto nos lleva a preguntarnos ¿cuál es la labor del periodismo? La prensa tiene un deber que cumplir frente a la población que le abre las puertas de sus casas para que ellos puedan entrar en ellas. La prensa está obligada a informar de manera objetiva y neutral todo lo que ocurre con los candidatos presidenciales para que sea el ciudadano de a pie quien contando con toda la información posible delante suyo pueda hacerse una idea general, pueda formarse una opinión y tomar una decisión. El periodismo no debe manipular la información para convencer a su público de que piense de acuerdo a sus propios intereses. Esto no quita que cada medio tenga una posición editorial que defienda su preferencia por un candidato o por otro. En los años 90 los peruanos fuimos testigos de la renuncia de muchos medios de comunicación a esta obligación de informar con objetividad. La prensa durante esos años no solo fue comprada por dinero en las oficinas del SIN, sino que renunció a su rol fiscalizador. Como se dice en criollo, la prensa “no debe casarse con nadie”. Sin embargo en los años 90 no fue así y al parecer en nuestros días tampoco es así.

Si El Comercio y Perú 21, así como otros medios, piensan que Keiko Fujimori es quien debería ganar las elecciones, nos lo deben hacer saber a través de sus páginas de opinión, en sus editoriales, no en sus informaciones. Deberían ser lo suficientemente neutrales para exigir claridad y transparencia a ambos candidatos. Si van a informar sobre el “Andahuaylazo” y sus consecuencias, deben hacer lo mismo con los crímenes por los que Fujimori y sus colaboradores están en la cárcel. Lo mismo se podría decir de La República, que así como publicó recientemente un reportaje sobre cómo la campaña de Fuerza 2011 es dirigida desde la DIROES, la cárcel en la que se encuentra Alberto Fujimori, debería investigar a fondo también la manera en la que se maneja la campaña de Gana Perú.

Es difícil ser objetivo, incluso alguien diría que es algo imposible. Uno siempre habla desde donde está situado. Objetividad absoluta no hay. Pero el periodismo tiene un deber sagrado que cumplir frente al pueblo. Los medios de comunicación deben ser la conciencia y la voz del pueblo. Pero ¿qué pasa cuando la conciencia se torna perversa y confunde los derechos fundamentales que debe defender como la libertad y la democracia, con sus propios fantasmas, miedos, obsesiones, traumas e intereses económicos o políticos? Entonces el pueblo queda en orfandad sin capacidad de poder discernir con lucidez. Y eso es lo que está ocurriendo en nuestro país. El ciudadano de a pie escucha informaciones manipuladas, se entera a medias de lo que verdaderamente ocurre. Entonces mientras algunos pierden confianza en la prensa y su papel en la sociedad civil, optando por espacios más abiertos y sin el control de los dueños de canales y periódicos como las redes sociales y los blogs que permiten el intercambio de información de primera mano en tiempo virtual, otros que no se manejan en estos espacios tan modernos, están condenados a dejarse manipular porque confían en el mensaje que les es transmitido. Es frente a éstos últimos que la prensa servil de sus propios intereses tendrá que rendir cuentas.

Pero al parecer no sabemos aprender de nuestros errores. Si dejamos de recordar los errores del pasado para tratar de enmendarlos, podemos caer en las mismas trampas. Los años 90 de las “geishas” parecen haber vuelto para quedarse. Debiéramos aprender del rol que cumplió la tragedia griega en tiempos de crisis en la civilización helénica. La tragedia griega, que se escenificaba al aire libre en el espacio público, no solo cumplía una función estética, sino también una función ética, de recordar en el presente aquello que ya había sucedido y que podía volver a ocurrir, los peligros a los que se enfrentaba el ciudadano, para que el pasado no se repita. Y eso es lo que los medios de comunicación tendrían que hacer hoy, no repetir la triste historia de vivir subyugados por el poder económico y político. Los medios tienen la obligación de informar sin manipular. Es la defensa de esta libertad de información a la que tenemos derecho todos los ciudadanos, la que hace del periodismo la más noble de las profesiones o en su defecto, el más vil de los oficios.

Victor Hugo Miranda, S.J.
Licenciado en Comunicación, hace una licenciatura en Teología en el Boston College.

Bonus tracks: Algunos links con informaciones y opiniones sobre el rol de los medios de comunicación en estas elecciones:

La prensa extranjera sobre la prensa peruana

Columna de Augusto Alvarez Rodrich

Entrevista a periodistas despedidos de Canal N

Protesta de Josefina Townsend en Canal N

Columna de Patricia del Río

Columna de Marco Sifuentes


Imagen tomada de aquí.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que es correcto, pero si van a hablar de línea editoriales a favor de uno u otro candidato también seria bueno investigar la línea de el Grupo La Republica, la cual también tiene una línea claramente humalista

Anónimo dijo...

soy catolico (para mis patas soy conservador) aunque frnaca mente nose como se mide ser eso de conservador (o sera por pertenecer al MVC), y ante la andanada de dimes y diretes entre en cardenal y los sobrinos de MVLL, las declaraciones del cardenal me deja la sensacion de eso de (estas con migo o contra mi, si lo eres, eres un buen Catolcio, si no te has dejado convencer por los caviares...

soy catolico, pero el cardenal me da verguenza, soy conservador, pero siento que el cardenal solo lucha por su poder, sabra Dios que entiende por poder el cardenal.

como votar por humala si la gente que tiene en su entorno, tiene una posicion diferente a la mia,en cuando al pais la sociedad, etc.

creo k mucho floro.....
pd. no sean flojos sigan posteando, son muy utiles para un dicernimiento.

jose

esejotas dijo...

Gracias por los comentarios. ¡Tomaremos en cuenta la sugerencia!

esejotas