Al amanecer, en el aeródromo de Cuatro Vientos, al sur de Madrid, los rayos del sol comenzaban a despertar a miles de jóvenes que luego de muchos días de intensas actividades y una Vigilia de oración, se preparaban para participar de la ceremonia final de encuentro con el Papa. Las imágenes eran espectaculares. Un mar de jóvenes, bolsas de dormir y carpas que se combinaban con banderas, kits de desayunos y equipos de prensa instalándose. El ingreso del Papa, transformó la espera en una alegría generalizada. El papamóvil recorría los caminos preparados entre la gran explanada (comparada a 48 campos de futbol) y todos celebraban. Miles de sacerdotes, obispos y los invitados principales, los jóvenes, vivieron dos horas de encuentro eucarístico, donde Benedicto XVI predicaba con estas palabras: “Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a Uds. con la misma pregunta que hizo a los Apóstoles: “Quién dicen que soy yo?”… Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados... La fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con El”. Más adelante agregó: “No se puede seguir a Jesús en solitario… No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Jóvenes, comuniquen a los demás la alegría de su fe”. Una gran fiesta a cuatro vientos. Una fiesta inolvidable.
JMJ Madrid 2011: la fiesta terminó... la misión continúa
Al amanecer, en el aeródromo de Cuatro Vientos, al sur de Madrid, los rayos del sol comenzaban a despertar a miles de jóvenes que luego de muchos días de intensas actividades y una Vigilia de oración, se preparaban para participar de la ceremonia final de encuentro con el Papa. Las imágenes eran espectaculares. Un mar de jóvenes, bolsas de dormir y carpas que se combinaban con banderas, kits de desayunos y equipos de prensa instalándose. El ingreso del Papa, transformó la espera en una alegría generalizada. El papamóvil recorría los caminos preparados entre la gran explanada (comparada a 48 campos de futbol) y todos celebraban. Miles de sacerdotes, obispos y los invitados principales, los jóvenes, vivieron dos horas de encuentro eucarístico, donde Benedicto XVI predicaba con estas palabras: “Queridos jóvenes, también hoy Cristo se dirige a Uds. con la misma pregunta que hizo a los Apóstoles: “Quién dicen que soy yo?”… Fe y seguimiento de Cristo están estrechamente relacionados... La fe tiene que consolidarse y crecer, hacerse más profunda y madura, a medida que se intensifica y fortalece la relación con Jesús, la intimidad con El”. Más adelante agregó: “No se puede seguir a Jesús en solitario… No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Jóvenes, comuniquen a los demás la alegría de su fe”. Una gran fiesta a cuatro vientos. Una fiesta inolvidable.
JMJ Madrid 2011 y MAGIS: un encuentro y más de un millón de desafíos
Algo palpita en el corazón de Madrid. Se trata del millón de emociones, voces y presencias que en estos días forman parte de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) número seis (siguiendo el formato de festival juvenil de tres días de duración). Rostros, banderas, mochilas de tres colores, metro, botellas de agua helada, calor… todo gira en torno al encuentro de más de un millón de jóvenes de los cinco continentes. Uno de los medios de Madrid lo ha llamado “La ONU de la fe”. Y no exagera. En cada esquina de la capital española se encuentra algo referente a este encuentro. Música, presentaciones artísticas, stands, los confesionarios en el Parque del Retiro, las iglesias que acogen, los escenarios en las plazas principales,… y un factor común: jóvenes caminando, encontrándose, riendo y llorando, bailando y rezando, jugando y descansando. Todos atentos a los actos centrales y a los encuentros con el Papa Benedicto XVI, pastor de esta Iglesia, que viene a compartir, hablar, escuchar y sentir este mismo palpitar.
Una misa que toma su tiempo

Se trata de una misa preparada por jóvenes profesionales y universitarios y dirigida al público juvenil. Es una misa un poco más larga de lo habitual. Y aunque parezca mentira es justamente lo que convoca a los jóvenes que vienen cada semana a participar de esta celebración. A los franceses les gusta utilizar siglas para identificar todo tipo de cosas, desde instituciones, actividades hasta grupos. Y este caso no podía ser una excepción. Para todos aquellos que vienen a menudo identifican esta misa como “La MT”: “La Misa que toma su tiempo”.

Pero de qué se trata esta misa y qué significa eso de que se toma su tiempo? Hace 10 años un grupo de jesuitas decidió seguir los consejos del Cardenal Martini quien instauró un grupo de “Escucha de la Palabra” en Milán. Estos jesuitas franceses exportaron la idea y la juntaron a la celebración de la Eucaristía. Al principio era solo un pequeño grupo de personas el que participaba, pero con el tiempo la cantidad ha crecido. Cada domingo la iglesia acoge entre 280 y 300 personas.
La liturgia de la palabra tiene algunas variantes. El texto del Evangelio es leído dos veces. Una primera vez por una persona de la Asamblea, después de lo cual el sacerdote que preside la Eucaristía dice su homilía a la manera de “puntos” que ayuden a entrar en la oración. Luego viene el momento de la proclamación del Evangelio. Todo el mundo se pone de pie y se acerca al ambón para escuchar el Evangelio. La idea de esta doble lectura es ayudar a la gente a profundizar e interiorizar la palabra de Dios
En el momento del ofertorio todos vienen alrededor del altar. Después de la distribución de la comunión, el joven jesuita que da la bienvenida en la entrada de la iglesia, se acerca al micrófono para dar los avisos parroquiales, la tradición marca que debe hacerlo con un poco de humor y termina siempre este espacio con una invitación a pasar al salón parroquial para compartir algo de comer y beber en comunidad. Los asistentes, jóvenes universitarios y profesionales, participan de este espacio con entusiasmo y alegría. En una sociedad que se autoproclama radicalmente laica y poco cálida con aquellos que se identifican como creyentes, la MT es un espacio de encuentro, de hospitalidad, de relación consigo mismo, con Dios y con los demás.
Víctor Hugo Miranda, S.J.
Fotos: Mélanie Frey
Misa Jesuitas Iglesia Actualidad
Especial: "el rollo espiritual" y los jóvenes


Fe Oración Iglesia Jóvenes
Afinar el oído: de cómo un joven piensa la fe*

Cuando era niño iba a una iglesia en la que al fondo del altar había una inmensa pintura de Jesús en un traje púrpura, con los pies apoyados sobre la tierra, rodeado de ángeles que llevaban consigo unas balanzas que contenían seres humanos, algunos felices y otros tristes. Esa pintura capturaba siempre mi atención. Todo ello me hacía pensar en el fin del mundo y en el juicio final. Una mezcla de sentimientos me habitaba. Por un lado sentía que Dios tenía un rostro, un poco severo la verdad, pero un rostro al fin y al cabo. Pero por otro lado la idea de esas personas que estaban a punto de ser sometidas al juicio eternal me producía un profundo temor.
Con los años empecé a cuestionar, a dudar, a criticar. El ingreso a la universidad marca toda una nueva etapa en mi vida. Con 16 años tuve mi primera “crisis existencial”, mis primeros momentos de duda. Conocí gente mayor que me decía: “¿has leído el Zarathustra de Nietzsche?, ¿no ves que todo lo que enseña la Iglesia es irracional?, ya deja todo eso”. Las preguntas empezaron a aumentar y la fe, que no atinaba a encontrar respuestas convincentes, parecía resquebrajarse. En momentos como ese uno puede sentir la tentación de abandonar las preguntas y refugiarse en la negación radical. No ha sido mi caso porque descubrí que mi fe se confronta a distintas preguntas y puede tratar de dar cuenta de ella de manera inteligente y racional. Es la constante búsqueda de la verdad.
¿Acaso creer en Dios es la idea más descabellada del mundo? Muchos de mis amigos se denominan “agnósticos” o “ateos”. No puedo negar que a veces me sacan un poco de quicio con sus críticas constantes a la religión y su negación de Dios. Sin embargo sus posturas me cuestionan, me interpelan. Todo ello me ha llevado a buscar por mi propia cuenta mis respuestas leyendo un poco, asistiendo a algunos cursos. He descubierto que ya Platón y Aristóteles hablaban del Bien Supremo, fundamento del universo. Incluso los filósofos modernos tienen a Dios como fundamento de sus planteamientos racionales. Descartes, Kant, Hegel, hombres racionales por excelencia, creen en la existencia de Dios. Creer en Dios, parece ser, según la misma historia del pensamiento, una idea que no está peleada con la razón.

¿Y dónde está Dios? Cuando era niño podía responder que en el cielo. Hoy esa respuesta no satisface a nadie. Mis amigos me preguntan: ¿Dónde está tu Dios cuando hay tanta gente que muere en el mundo por la violencia, por la pobreza, por los desastres naturales? Dónde está mi Dios, me pregunto yo también. Con el tiempo he ido aprendiendo que la fe en Dios pasa también por la fe depositada en el hombre, en la humanidad. ¿Por qué Dios no actúa en tal situación o en tal otra? Yo no puedo cerrar los ojos al mal que hay en el mundo. Y eso pone en cuestión el tema de Dios. Hay algunos filósofos que incluso cuestionan la omnipotencia de Dios frente al mal. Y algunos teólogos señalan que es en la fragilidad humana que Dios se manifiesta. Lo que me parece claro es que Dios, en quien creo, está ligado profundamente a la humanidad y espera que ella actúe aquí y ahora.
Para muchos de mis amigos la figura de Jesús les parece interesante, atractiva, incluso inspiradora. “Qué fue un gran hombre, nadie lo duda”, me dicen. “Qué hizo mucho bien, claro que sí”, añaden. “Pero de allí a creer que es Dios, pues ya la cosa cambia”, insisten. Y las preguntas vuelven a surgir. Sin embargo para mí hay algo de una gran profundidad en este misterio de la encarnación. Dios hecho hombre. Dios convertido en un niño pequeño, frágil y vulnerable, necesitado de otros para poder sobrevivir. Dios puesto en cruz, humillado y crucificado. De hecho que es irracional, ilógico, contradictorio. Sin embargo la originalidad del cristianismo hace de Dios un Dios cercano al hombre, identificado con él, un Dios que considera al hombre su socio en la construcción de un mundo mejor. Y eso significa mucho para mí.
De hecho que no es fácil dar cuenta de manera inteligente y de manera racional de la fe. Hay algo en la fe que es difícil de comprender desde fuera de la misma fe. Hace poco un amigo me preguntó cuál era el fundamento de la fe cristiana. Y yo pensé de inmediato en lo que dice Pablo: “Vana es nuestra fe si Jesucristo no resucitó”. Cómo creer en una resurrección de la que además no hay ningún testigo presencial. Hay algo allí del misterio de Dios que se manifiesta. Hay algo allí de la esperanza del hombre que se pone en juego. Hay algo allí de sentirse parte de una historia, herederos de una tradición. Pero no solo se trata de creer en algo que le pasó a otros hace unos miles de años, sino cómo creer en algo que habiendo sucedido en un tiempo determinado, tiene una acción concreta hoy en mi vida. La resurrección de Jesús puede ser el lugar de encuentro de las búsquedas, preguntas y experiencias del hombre de hoy. Yo lo vivo así y creo que otros pueden vivirlo así también.

Sin embargo hoy en día yo no podría decir que la Iglesia es el único lugar en el que se revela Dios. Mis amigos provenientes de otras culturas y de otras religiones me han hecho ver las cosas de otra manera. Pero yo me siento invitado a vivir mi fe en comunidad, rodeado de otros, compartiendo con aquellos que viven la misma experiencia que yo, no para encerrarme en un mundo pequeño, apartado y aparentemente perfecto. Es eso lo que se critica de la Iglesia. Pero yo creo que es posible ser parte de la Iglesia estando dispuesto a vivir en diálogo con el mundo que nos rodea, del que formamos parte, un mundo bueno porque Dios lo creó y “ vio que era bueno”. Supongo que por ello estoy sentado aquí en esta banca de la Iglesia, porque creo que en otros lugares debe haber gente como yo, que se plantea las mismas preguntas, que tiene las mismas dudas, [ o que sin preguntárselo ] y que tiene la misma confianza en Dios, en el hombre, en la Iglesia, en el mundo de hoy.
Es el momento de la bendición final. Me pongo de pie, como todos los demás, y una sonrisa se dibuja en mi rostro. Llevo casi una hora aquí y ahora me siento muy unido a todos los que me rodean, a todos los que están aquí, probablemente cada uno haciéndose sus propias preguntas. No sé si es la música o el gesto cálido del sacerdote, pero hay todo un conjunto de elementos que me hacen sentir cómodo, como en casa. Me siento además acompañado en mi búsqueda de Dios. En la misa hay tantos pequeños detalles que se repiten y que sin darme cuenta me van diciendo cosas de mí, de Dios, de los demás. Será que tengo fe, pues. Y que Dios, allá donde está, se manifiesta. Un amigo cura me dijo una vez: “Dios siempre habla, lo que hay que hacer es afinar el oído para poder escucharlo”. Quizás se trata de eso, de “afinar” el oído.
*Nota del redactor: Esta es una historia inspirada en elementos de mi propia vida de fe y en la de otras personas con las que me he cruzado en la vida, pero es fundamentalmente una historia de ficción, que busca recrear una situación común a mucha gente. Está escrito en primera persona porque es el joven protagonista de la historia quien tiene la palabra y es él quien conduce la historia por los caminos de su pensamiento, de su reflexión.
Francisco Navarro SJ: entre la pintura y la literatura
Hace un par de meses Francisco abrió las puertas de su taller en el Colegio de La Inmaculada a la cámara de Víctor Atausupa, SJ, realizador del siguiente video:
Pintura Jesuitas Arte Actualidad
III Encuentro Juvenil Ignaciano - Coloquio 2008
¿Qué es lo primero que se nos viene a la mente cuando leemos la palabra coloquio? Quizás pensemos de inmediato en una actividad académica. Un Coloquio suele ser un evento organizado por la universidad para tratar algún tema en particular. Sin embargo, este mismo término fue utilizado en el siglo XVI por Ignacio de Loyola cuando escribía sus Ejercicios Espirituales. Pues para Ignacio el Coloquio forma parte de la oración personal, es el momento de diálogo con Jesús «así como un amigo habla con otro amigo ». Este mismo término, Coloquio, ha sido elegido por la pastoral juvenil de los jesuitas del Perú para bautizar el Encuentro de Jóvenes de Espiritualidad Ignaciana del Perú, que se lleva a cabo cada año los primeros días del mes de noviembre. Hace poco se realizó la tercera edición del Coloquio que contó con la participación de 200 jóvenes provenientes de distintos puntos del pais. Aquí les presentamos el Memorial elaborado por los mismos jóvenes al final del Encuentro, en el que dan cuenta de lo vivido y comparten sus sueños como jóvenes en el Perú de hoy:
"Queremos empezar este memorial agradeciendo a Dios y a cada uno de ustedes por compartir estos días.
Perú suyupa maqta, pasñanmi kanchic.
Somos jóvenes del Perú.
Perunumia datsa ainaji.
En nosotros está representada la diversidad cultural, juvenil, social y económica. Todo esto lo vivimos desde una fe que nos une y motiva a vencer los prejuicios e indiferencias, creando más puentes de integración. En este memorial queremos unir nuestras culturas y expresar nuestro deseo de “HACER DEL MUNDO UN LUGAR PARA DIOS”.
Nosotros los jóvenes hemos apreciado y vivido las diferentes realidades de nuestros lugares de procedencia y de Lima. Reunidos en esta casa hemos podido contemplar, integrar y ser concientes de los sueños de Dios sobre nosotros.
Mirar con cuidado que muchas veces nos alejamos y contradecimos los sueños de Dios y hacemos que este mundo deje de ser su proyecto.
Sin embargo, renovamos nuestra seguridad y confianza que Dios nos ama y nos invita a seguir su camino desde nuestro ser joven, a reconciliarnos entre nosotros y con Él. Apreciamos y agradecemos la creación y queremos comprometernos con ella.
Todo esto lo hemos hecho posible a través de lo vivido estos días: mesas de trabajo, momentos de reflexión y oración, sentirnos colaboradores de la creación a través del arte, la valoración de nuestra cultura manifestada en la diversidad de danzas, teatro, cantos y degustaciones.
Queremos resaltar los agradables momentos compartidos de juegos y de la confraternidad y de esa forma transmitir la alegría de sentirnos parte activa de la espiritualidad inspirada por el Señor en la vida y ejemplo de San Ignacio de Loyola.
En este encuentro nos hemos podido dar cuenta que los jóvenes enfrentamos algunas dificultades que en ocasiones obstruyen nuestro camino: La falta de compromiso y acompañamiento, problemas familiares, discriminación.
Sin embargo descubrimos también que los jóvenes somos capaces de enfrentarnos a través de la espiritualidad ignaciana ya que contamos con la existencia de comunidades y de una actitud positiva basada en creatividad, compromiso, solidaridad y anhelo de superación.
Para que esta experiencia continúe nos comprometemos a vivir con alegría nuestra fe y seguir cultivándola, organizándonos mejor para tener mayor impacto en nuestro entorno, por ello agradecemos y pedimos a los jesuitas nos acompañen muy de cerca en este proceso de conocimiento de la espiritualidad ignaciana, vivencia de los ejercicios espirituales y compromiso con nuestro entorno.
Ashuan llapan kay rimayninchis yanapanq’a ruanapaq Perusuyunchis Diuspaq llaqtan kananpaq.
Todo esto nos ayudará para hacer del Perú un lugar para Dios.
Ashi juu yaimpactatui dawi takainaji nunkanum makichik pujut apajuinu.
SOMOS EL COLOQUIO 2008. SOMOS TODAS LAS SANGRES"
Lima, 2 de noviembre de 2008
Más información
Memorial del Coloquio 2007
Noticias Jesuitas Juventud Actualidad
La POESIA, una puerta abierta al MISTERIO
Pedro Miguel Lamet habla de su vida como jesuita, de su profesión de escritor y periodista, y de su vocación de poeta.

Corría un día como cualquier otro del año 1998 y como tantas otras veces a esas horas de la noche la redacción del diario La República se encontraba casi vacía. Los redactores en su mayoría ya habían partido, mientras yo aún esperaba las pruebas de las páginas que serían publicadas horas más tarde. Era el momento para navegar por Internet y averiguar más cosas sobre los jesuitas, de los que por entonces no tenía mayor información que aquella que uno encuentra en los libros de historia. De pronto al visitar la página web de los jesuitas de España hubo un nombre que capturó mi atención. Decía: Pedro Miguel Lamet, escritor y periodista. Y yo me pregunté cómo es posible conjugar el hecho de ser sacerdote jesuita con el oficio de ser escritor y periodista. Entonces mi espíritu de periodista pudo más y me atreví a enviar un e-mail, cuya respuesta no tardó en llegar, dando inicio a un largo intercambio epistolar a través del ciberespacio.
Hoy, diez años después, me atrevo a hacer la misma pregunta, esta vez no a través del Internet, sino en vivo y en directo. Y la respuesta no se hace esperar, sin por ello dejar de sorprender: “Lo más importante para mí es la poesía, verdadero misterio de la creación. De niño tuve una enfermedad que me enseñó a ver el mundo desde fuera. No hay mayor diferencia entre ser poeta y hombre del misterio. Son dos facetas que no están desconectadas. Como lo han mostrado los grandes poetas místicos, siempre hay un desgarro entre lo humano y lo divino. La poesía te permite mantenerte abierto al misterio”. Pedro Miguel Lamet, jesuita, escritor y periodista, pero sobre todo, poeta.
Escritor, periodista, poeta
“La poesía si es de verdad toca el fondo del ser humano. El poeta aunque no sea creyente trata sobre el mundo trascendente. La poesía toca a Dios, es el último escalón de la trascendencia, de la experiencia humana. Hoy en día falta un poco de poesía y también falta un poco de humor. El humor es sonreír entre lágrimas . Hay que mirar el mundo desde una sonrisa, que ayude a liberarse, a trascender”.
“Jesús era un poeta popular. Las parábolas son textos literarios de poesía popular. Pero esa poesía se ha perdido. Las homilías de hoy son poco abiertas a lo novedoso. La literatura de Jesús era, en cambio, una literatura para despertar al creyente. Una palabra que iba acompañada del ejemplo porque las palabras mueven, pero son los ejemplos los que arrastran. Una muestra es el mismo Jesús que muere víctima de su propia palabra”.
Pedro Miguel Lamet inició su carrera de periodista hace muchos años, trabajando como corresponsal de periodismo religioso, escribiendo para diversas publicaciones, llegando a dirigir por algún tiempo la revista Vida Nueva. Pero los momentos de gran éxito profesional llegaron acompañados de incomprensiones.
“El criterio para no dejarse ganar por el éxito es mantener una escala de valores. El éxito en mi vida ha sido secundario frente a mi fe y mi vocación. En algunos momentos me he tenido que ocultar y obedecer. Nunca he cambiado de chaqueta, pero sí he tenido que callar porque me dijeron que callara. Tengo el orgullo de haber luchado por la verdad, por la libertad dentro de la Iglesia y en los medios en los que he trabajado”.
“Estuve obligado a no escribir nada de religión en la prensa, así que decidí escribir de otras cosas. Como buen andaluz hábil, supe escaparme un poco de los esquemas, las cosas no son blanco y negro, hay muchos grises. Yo siempre he sido un hombre con un pie en la religión y otro en el mundo, eso es importante para poder ser verdaderamente mediador. Lo que siempre me ha ayudado es la fe y la oración y claro, un poco de sentido de común”.
Del periodismo a la literatura. De la reseña diaria a la novela histórica. Sus novelas sobre las grandes figuras de la Compañía de Jesús se han ido sucediendo una tras otra acompañadas del éxito, de Ignacio de Loyola a Pedro Claver, pasando por Francisco Javier y Francisco de Borja. Pero no cabe duda que su obra mayor ha sido la biografía de Pedro Arrupe y es también la que le ha brindado mayores satisfacciones. “De todos los hombres que he conocido en mi vida Arrupe ha sido el gran descubrimiento. El era un verdadero hombre del cielo y de la tierra, era un santo simpático, un hombre de gran calidad humana que veía a la persona por encima de la institución. La publicación de la biografía de Arrupe fue un momento de gracia. El fue un segundo Ignacio de Loyola, un hombre del siglo XX, cuyo reconocimiento llegará en algún momento. Y su biografía es un libro vivo que sigue ayudando a mucha gente”.

Los medios de comunicación
Lamet no ha tenido mayores problemas para pasar de la máquina de escribir que solía utilizar en sus inicios como periodista a la era digital. Además de sus libros, uno puede visitar su página web y su blog de comentarios. “El Internet es parte de esta maravilla de la tecnología, una ventana abierta y personalizada. Los medios de comunicación tradicionales están condicionados por razones empresariales o políticas. El Internet, en cambio, es abierto, universal. A mí me ha permitido contactarme con personas de distintas partes del mundo a las que ayudo en sus procesos de autoliberación. El Internet es un púlpito extraordinario, un confesionario virtual, donde la gente se libera, hablando o escribiendo”.
“Algunos prelados no se han puesto al día. Los obispos le tienen miedo a los medios de comunicación masiva. Yo creo, sin embargo, que con Internet es más fácil que la Iglesia pueda tener una entrada. En la Compañía se debería destinar a más gente a trabajar en el tema del Internet, del arte y del diálogo con la cultura”.
Los medios de comunicación siguen siendo, piensa Lamet, un espacio de evangelización. “La TV, la “caja boba” que entontece, está mal utilizada por las cadenas, por la gente. Y en el cine también hay mucha superficialidad. Sin embargo todo ello bien utilizado puede dar muy buenos resultados. Para muchos superiores los medios son igual a superficialidad. Pero para poder evangelizar hay que conocerlos bien desde el interior”.
“En algunos medios se puede trabajar de manera implícita o explícitamente, pero hay que evitar la melosidad, la cursilería. A veces uno se encuentra con cosas demasiado pías y melosas; es importante ser sobrios y saber transmitir con calidad. En el cine, a nivel pastoral, se han hecho cosas muy atrasadas, el cine exige mucha calidad y para ello hay que formarse bien”.

Los jesuitas
Para Pedro Miguel, la Compañía de Jesús debe seguir comprometida en su diálogo con la cultura de hoy y con las culturas que se entrecruzan en el mundo pluricultural del que formamos parte. “La actual sociedad globalizada es una coctelera que va a cambiar la faz del mundo. Es importante estar en diálogo con la cultura. Y la Compañía de Jesús siempre ha tenido aprecio por lo cultural. Para poder evangelizar es importante tener una presencia en la cultura, uno no evangeliza manteniéndose a distancia, sino involucrándose. También hay que saber valorar lo bueno que hay en la cultura contemporánea para luego poder transmitir la buena nueva de Jesús”.
Lamet insiste en la responsabilidad que tienen los jesuitas de dialogar con la cultura, algo que les viene por herencia directa del fundador de la Compañía, Ignacio de Loyola. “Estando en Salamanca, Ignacio decide comprar un burro para transportar sus libros. Allí uno puede darse cuenta de la importancia que va adquiriendo la cultura para él. Y bueno, la historia nos ha mostrado cómo el sentido humanístico ha sido algo muy propio de la Compañía de Jesús”.
La Compañía de Jesús ha cambiado mucho después del Concilio Vaticano II, según afirma Lamet, gracias a la figura de Pedro Arrupe y a la impronta que este general de los jesuitas supo transmitir a la Compañía en tiempos de cambios y convulsiones al interior de la Iglesia. “Arrupe tenía una sensibilidad muy clara en el tema de las comunicaciones y del diálogo con la modernidad, temas en los que con el anterior pontificado hubo un retroceso”.
Hay muchas preguntas por hacer, hay muchos temas en los que profundizar. Lamet es un libro abierto, que dice lo que realmente piensa. Sin embargo el tiempo de la entrevista se acaba. Y del tintero surge una pregunta sobre la importancia de la visibilidad de la Compañía de Jesús en un mundo tan mediatizado como el nuestro. “Durante los últimos 25 años de pontificado los jesuitas hemos estado un poco ocultos. Pero al mismo tiempo muchos jesuitas se han jugado la vida en lugares de frontera y eso habla mucho de la vocación jesuita”.
Víctor-Hugo Miranda, S.J. (Lima). Licenciado en Ciencias de la Comunicación. Trabajó como periodista en el diario "La República" del Perú. Estudia teología en el Centro Sèvres de Paris.
Actualidad Jesuitas Lamet Perú
La juventud ignaciana del Perú
Memorial del Coloquio 2007 *
Los jóvenes representantes de los diferentes grupos ignacianos del Perú, reunidos en el Coloquio 2007, hemos analizado nuestra realidad y las posibilidades que tenemos de trabajar por la justicia que brota de nuestra fe. También hemos podido apreciar la gran diversidad cultural de nuestro país.

Entre los principales trabajos que realizamos a lo largo del año, está el apoyo en cárceles, hospitales y albergues para niños, el desarrollo de proyectos de proyección social, de catequesis y de trabajo pastoral, así como nuestra propia formación.
Vemos nuestras posibilidades para trabajar: nuestras ganas de ayudar, nuestra formación para resolver problemas sociales y la visión diferente que tenemos de la sociedad. Pero también sentimos que existen ciertas dificultades para ser testigos de nuestra fe y de promover la justicia que nuestra misma fe exige: nuestra incoherencia, el temor a equivocarnos, la mediocridad, la falta de apoyo y comprensión de nuestros padres, nuestra falta de compromiso, nuestro desconocimiento de la espiritualidad ignaciana, el egoísmo, la desconfianza de la gente y la falta de tiempo.
En base a lo trabajado, compartido y reflexionado, e iluminados por la vida del P. Pedro Arrupe sj, nos surge el deseo de comprometernos a vencer nuestras dificultades, ser dóciles a la voz de Jesús, a formar nuevos grupos y comunidades y a fortalecer los que ya existen, a estar atentos para escuchar a las personas con quienes trabajamos, a conocer mejor nuestra realidad, a ser más responsables con los compromisos asumidos, a renovarnos para vencer el conformismo y a compartir más nuestra fe con los demás.
Asimismo, les pedimos que nos sigan acompañando en nuestro crecimiento, en los grupos y en el trabajo que realizamos. Queremos que nos acerquen más a la espiritualidad ignaciana y que nos faciliten la posibilidad de hacer Ejercicios Espirituales.
Reconocemos la riqueza de este encuentro gracias a la diversidad cultural de nuestro Perú, por eso nos gustaría tender puentes de comunicación entre nosotros, compartir nuestras experiencias de fe y de trabajo con más frecuencia y tener otras experiencias de trabajo conjunto para enriquecernos con el aporte del otro.
Finalmente, les agradecemos la posibilidad de tener este encuentro y las facilidades que nos han dado para participar en él.
Lima, 4 de noviembre de 2007
* El Coloquio es el encuentro anual de los jóvenes vinculados a las obras de la Compañía en el Perú.
Más información
Juventud Jesuitas Ignacianos Vocación
s
Wainiami Manolo

luego de más de treinta años dedicados al pueblo aguaruna-huambisa,
en cuyo territorio descansan sus restos.
Hoy, José Luis Gordillo debe estar navegando el Kanús, pero antes de partir de Nieva para El Santiago, revisando las cosas dejadas por Manolo encontró, con los otros compañeros, lo que podríamos llamar una joya de testimonio: el Manolo joven, el Manolo del horizonte. Esta foto me dejó muy conmovido por lo que significó su vida para nosotros, para algunos que soñamos algún día poder seguir esos pasos.
Pero sabemos que Manolo nos acompaña, no solo en testimonio, sino en vida, en vidas concretas, en medio de los Wampís, pero también en medio de compañeros concretos, verdaderos hombres de horizonte, nuestros hermanos de la comunidad del Marañón: Charly Riudavetz, Carlos Diharce, Fermín Rodríguez, Silvestre Fernández, Mario Mendieta (Maestrillo Paraguayo), Evaristo Odar y José Luis Gordillo. En estos compañeros concretos podemos ver como Jesús, el Cristo, el Resucitado, manifiesta la esperanza de la vida.
Por todo ello, quiero compartir estas fotos, la que menciono de Manolo Joven y otra de la comunidad del Marañón. Recordar estos rostros, recordar estas vidas concretas nos ponen en vínculo con todos los sueños y retos que los 5 ríos abrazan.
Fermín, Carlos, Silvestre, Evaristo
Mario, Carlos y José Luis
… Al final, uniéndonos en espíritu y cuerpo con el trabajo de nuestros compañeros en la selva quizá podamos vivenciar lo que Juan menciona en su evangelio:
Más información sobre la Misión Jesuita del Marañón
Misión Aguarunas Marañón Jesuitas
s
En el dolor, hermanos...
El miércoles 15 de agosto de 2007 es una fecha que los peruanos no olvidaremos en mucho tiempo. No solo porque no podremos borrar de nuestras memorias las imágenes que día a día vemos frente a nosotros, sino porque además quedará registrado en los anales de la historia, que ese día hubo un terremoto que osciló entre los 7,8 y los 8 grados (eso depende de la escala que elijamos como nuestra referencia) que causó - hasta el momento según registran las estadísticas- más de 500 muertos y cerca de 2000 heridos. Desde ese día los ojos de todos los peruanos dispersados en el territorio nacional y fuera de él (yo me incluyo entre los peruanos en la diáspora) se fijaron en las sureñas localidades de Ica, Chincha y Pisco. Sí, Chincha, esa tierra que nos hace pensar en la música negra, en el barrio del Carmen y en

Y ¿cómo vive esta situación un peruano en el exilio? Supongo que de distintas maneras. Yo voy a comenzar por contar mi propia historia. El 15 de agosto fue feriado en Francia. El mismo día que
Al día siguiente como todos los días me dirigí a mi clase de francés y a media mañana (eso quiere decir a las 10 y 30) aprovechando el descanso de 15 minutos entre clase y clase, fui a la sala de computadoras a consultar mi correo y leer las noticias. Y ¡pumba! La realidad me dio una bofetada. Recibí un mensaje que me contaba lo del terremoto. Y el correo empezaba diciendo algo así: "a estas alturas ya sabrás lo del terremoto..." Pues no, a esas alturas no sabía nada de nada. Cómo iba yo a saber, si entre el Perú y
Pero ahí no queda la cosa. Al instante un compañero jesuita chileno me avisó que él también había leído la noticia en Internet. Claro que fue de los pocos que se enteró de la desgracia nacional. Los compañeros de mi clase de francés que vienen de todo el mundo (Suecia, China, Rusia, España, Brasil, México, Irlanda, Alemania y Hong Kong) casi no saben ni qué es ni dónde queda el Perú. Y desde entonces no he dejado de revisar la Internet para tener noticias. En la tele, el mismo día pude ver algunas imágenes en los noticieros franceses. Dos días después no hay más noticias por la televisión. El Perú queda muy lejos y desgracias hay en todo el mundo. Y como no hay más muertos de los ya presentados, de pronto dejamos de ser una noticia importante para las cadenas galas. En la prensa escrita encontré algunas noticias, aunque con días de retraso. Y fundamentalmente la fuente de mis informaciones ha sido la Internet. El terremoto en el Perú fue destacada en casi todos los portales de los diarios más importantes del mundo entero. Claro, pronto ha dejado de ser así para dar pie a otras desgracias mundiales. Porque al terremoto en el Perú, se suma el Huracán en el Caribe, el terremoto en Filipinas, y antes de eso las inundaciones en
trabajó como periodista hasta antes de hacerse jesuita.
Es duro lo que pasa en el Perú. Y para uno que está fuera del país, es un verdadero alivio saber que la familia está bien, después del susto inicial de no tener noticias por el colapso que sufrieron las líneas telefónicas, algo que constaté yo mismo al tratar de llamar al Perú para hablar con mi mamá, pero no pude hacerlo hasta la noche del 16. Es un alivio saber que los jesuitas del Perú están bien, gracias al mensaje que envió Jero al día siguiente del terremoto o quizás fue el mismo día, uno no sabe bien con esto del cambio de horario. Pero del alivio inicial uno pasa al sentimiento de frustración al ver lo mal que la están pasando por allá y uno aquí, al otro lado del Gran Charco, sin saber bien qué hacer. Porque es frustrante encontrarse con las imágenes en la tele, en los diarios o en Internet; y enterarse del dolor y sufrimiento de tanta gente que no tiene qué comer, de gente que lo ha perdido todo, de gente que no para de llorar, que no para de pedirle a Dios que cesen las réplicas, que encuentren a sus familiares perdidos o que lleguen más alimentos.
Cada noticia que uno lee es como un cachetazo. Las historias del clan familiar que desapareció mientras celebraban
No hay día en que no deje de pensar en el Perú y sus víctimas. No hay día en el que no pida por ellos en
Hugo
Terremoto Francia Jesuitas Vocación
s
El Dorado
Es un gusto poder contarte un poco las cosas que uno va viviendo en este tiempo en Bogotá. Como sabrás estoy viviendo en la sub comunidad del teologado, llamada Sergio Restrepo[1], en el barrio El Dorado. Bogotá tiene muchos rostros (de igual modo que uno lo percibe en nuestra querida Lima), muchas “zonas”, marcadas por la dinámica económica y las dinámicas sociales que subyacen a las diferentes realidades.
El Dorado es uno de los rostros de esta Bogotá: un barrio popular, que guarda ese aire de “pequeño pueblo” manifiesto en las costumbres y vida cotidiana de nuestros “vecinos-amigos”. Digo amigos, porque no solo somos los “padrecitos” que atendemos la parroquia San Alberto Hurtado, sino que somos sus compañeros de cosas cotidianas del barrio, como los amigos de sus alegrías, tristezas y esperanzas. Aunque sería mejor señalar que son ellos los que nos acogen a nosotros como sus amigos y compañeros.
Casa de la sub-comunidad
Que te puedo decir… como mencioné en la última evaluación del teologado, al final de Julio, si me pidieran escoger una de las mejores cosas que me ha ocurrido en Colombia, sin dudar diría que ha sido venir a vivir a El Dorado. Las razones son sencillas, porque una de las cosas que yo disfruté en mi formación fue la posibilidad de vivir en una comunidad pequeña como fue en Yamakaientza. Éramos tres Jesuitas, Charly Riudavetz, Alfonso Baigorri y yo, claro que acompañados en ese momento por personas queridas para mí como son Gonzalito Benavides y Daniel Chaw. Esta pequeña comunidad te permitía tener desde momentos difíciles por la convivencia o el trabajo, a momentos muy gratos en los cuales uno decía “vale la pena vivir en comunidad”.
[1] El P. Sergio Restrepo fue asesinado por los “paramilitares” en la década de los 80’s.
[2] Digo “subido” porque El Dorado está en la ladera de las montañas de Bogotá. Exactamente encima del teologado.
s